Cuando una persona es embestida por un torrente de acontecimientos negativos, tales como la separación, la pérdida de seres queridos, el desempleo, la partida de los hijos hacia sus nuevas vidas y la soledad, es posible que su tristeza se convierta en depresión. Sin embargo, esta no es la única forma de desarrollar este trastorno mental, sino que es posible que este surja sin que haya existido ningún factor desencadenante externo. En tal caso, tenemos que hablar de depresión endógena.
La depresión endógena se gesta en el interior de nuestro cerebro y no necesita de ninguna circunstancia externa que la detone. Por lo tanto, son los cambios fisiológicos que experimenta el cerebro el factor que la produce.
Cuando la tristeza no tiene una razón aparente y, lejos de disminuir con el tiempo, se acrecienta con el pasar de los días, nos encontramos ante un caso de depresión endógena, cuyos síntomas son:
Tristeza profunda
Ansiedad
Modificaciones en los patrones de sueño
Fatiga
Pérdida de energía
Disminución de la reacción emocional
Dolores
Malestares
La depresión endógena nos conduce a sumirnos en una tristeza tan profunda que todas aquellas cosas que solían apasionarnos quedan en el pasado, ya que perdemos por completo el interés de llevarlas a cabo. Dado que la ansiedad es la otra cara de la moneda de la depresión, es común sentirnos ansiosos. Por otra parte, nuestros hábitos de sueño se modifican de manera drástica, ya que comenzamos a dormir mucho menos o mucho más que antes.
La vitalidad que un día nos acompañó, de pronto se convierte en apatía, y ya no tenemos ganas de hacer nada, ni siquiera de levantarnos de la cama y de darnos una ducha.
Los estímulos externos, tanto los maravillosos como los terribles, se convierten literalmente en nada para nosotros, ya que nuestra capacidad para manifestar emociones se diluye hasta llevarnos a un estado de desidia total.
Por último, la forma que tiene nuestro cerebro de decirnos que algo no está nada bien con él, es a través de la somatización. De modo que es común que experimentemos dolores y molestias, tales como trastornos digestivos, jaquecas y dolores musculares, que no tengan ninguna causa física que los produzca.
La depresión endógena puede deberse a las siguientes causas:
Genética
Cambios en la bioquímica cerebral
Si hay antecedentes familiares de depresión endógena, es probable que seamos proclives a desarrollarla. No obstante, este no es un factor determinante, sino que la bioquímica del cerebro, más específicamente la reducción en la producción de serotonina, la hormona de la felicidad, puede producirse por factores que aún se desconocen. A su vez, la llegada del invierno también puede convertirse en la causa de este tipo de depresión. Por último, también se ha encontrado que el ambiente en el que vivimos puede afectar nuestra química cerebral, tanto de manera favorable como desfavorable.
Sí. Más allá de los beneficios de la psicoterapia, la medicación resulta un factor ineludible para frenar este tipo de depresión, ya que es necesario restablecer una segregación adecuada de serotonina. Por lo tanto, el psiquiatra se encargará de prescribirte los fármacos que regular a los neurotransmisores que se encuentran impidiendo la producción de serotonina.
Afortunadamente, sí. Además de la medicación y de la terapia psicológica, es posible que tú mismo contribuyas a tu sanación, y esto te brindará una doble gratificación, ya que te sentirás parte vital de tu proceso de vuelta al bienestar físico y emocional.
¿Qué es lo que puedes hacer? Todo lo siguiente:
Reforzar tus vínculos sociales
Hacer ejercicio
Aprender algo nuevo
Volcarte a tus hobbies
Consumir alimentos antidepresivos
Así como existen medicinas contra la depresión endógena, también tenemos la fortuna de encontrarnos con alimentos que contribuyen a la extinción de este trastorno. Los más populares son: los frutos secos, las bayas, la avena, el arroz integral, el queso, los huevos y el chocolate amargo.
De modo que el camino hacia tu recuperación es, cuando menos, delicioso.
A su vez, los vínculos sociales y afectivos ayudan a restablecer las conexiones neuronales perdidas, mientras que el ejercicio es un gran liberador de endorfinas, también conocidas por su contribución a la felicidad.
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La terapia psicológica es un punto obligado para salir de la depresión endógena, así que aquí podrás encontrar a tu psicólogo en Chile para iniciar el tratamiento que te devolverá las ganas de ser parte de todo, como las que siempre te habían acompañado hasta que la depresión se instaló dentro de ti. ¡Contáctalos y vuelve a ser la misma persona de siempre!