En esta oportunidad vamos a analizar qué son las expectativas, lo curioso de este tema es que no existe un solo concepto al respecto.
Por ejemplo, desde la psicología han sido definidos conceptos como expectativas normativas y merecidas. El reconocimiento de las características de estos términos es clave de cara a la toma de decisiones.
Es decir, las expectativas pueden beneficiarnos o limitarnos en algunos aspectos. Por ejemplo, tener expectativas muy grandes e incluso irreales puede conducir a la desmotivación porque son increíblemente lejanas de alcanzar.
En cambio, establecer unas expectativas realistas no solo aumenta el impulso de la motivación sino que puede conducir a la evolución constante.
A lo largo de este post vamos a contarte todo lo que necesitas saber sobre las expectativas, incluyendo aquellas que son autoimpuestas desde el entorno. También te contaremos cómo establecer expectativas que vayan en sintonía con la realidad.
A grandes rasgos, las expectativas se relacionan con las creencias personales que establecemos en torno a lo que esperamos que suceda en un determinado momento.
Cada persona establece sus expectativas en torno a sus propias creencias y por supuesto, tomando en cuenta lo que le ha tocado vivir. Y desde una perspectiva más técnica tenemos que las expectativas vienen sustentadas en componentes subjetivos y objetivos.
Pero, ¿Cómo establecemos las expectativas y por qué suelen ser tan diferentes entre sí? Es una pregunta importante y no siempre se logra conectar rápido con su origen.
Sin embargo, algunas aspiraciones surgen de forma automática mientras que otras vienen dado por nuestras propias ilusiones. También hay un grupo de anhelos que están asociados a un carácter reflexivo por lo que atienden a un propósito más razonable.
Entonces, ¿Las expectativas pueden ser peligrosas? No realmente, de hecho se asocian con la motivación y con la preparación en cuanto al futuro.
Desde la psicología humanista hay una teoría que refuerza que los seres humanos tienen una tendencia innata a la evolución constante y que puede surgir una necesidad de superación de gran imposición.
Algo particular de las expectativas es que existen varios tipos y conocer sus variaciones ayudará a mantener el enfoque sobre aquellos anhelos que sean más alcanzables al menos a medio plazo.
Se relaciona con una capacidad de estimar lo que pasará en alguna situación cercana. Por ejemplo, podemos imaginarnos que nos irá muy bien en algún examen que esté próximo, por supuesto esto es algo fácil de estimar si nos hemos preparado para ello.
Por lo tanto, las expectativas predictivas se asocian con situaciones que el cerebro ha recopilado como repetitivas, así que estima un posible resultado.
También puede asociarse con algo que podría causar estrés, como estimar que no alcanzaremos a tomar el autobús si llegamos con retraso a la parada.
Tomando en cuenta que podemos esperar un escenario favorable o desfavorable, notamos que esto viene asociado con componentes emocionales, podemos estimar que estaremos tensos, felices, tristes, etc.
En función de la cultura y de las normativas establecidas en la sociedad hay ciertas situaciones que podemos estimar.
Por ejemplo, es habitual pensar que una persona no va a fumar un cigarrillo en un espacio público y cerrado.
Teniendo en cuenta las directrices del entorno es lógico que compartamos algunos valores, y la información al respecto nos puede hacer esperar ciertas reacciones.
Las expectativas pueden llegar a ser subjetivas, y este es un caso clásico al respecto. Vienen enfocadas en aquello que creemos merecer desde nuestra propia perspectiva.
Supongamos que te consideras como un excelente empleado porque siempre cumples con los propósitos y metas, llegas temprano y cumples con las normativas de la oficina.
Tiene sentido que tengas expectativas acerca de ser promovido de tu cargo o de obtener un salario más alto. Esto es adecuado porque nos impulsa a esforzarnos en pro de mejorar nuestra situación.
Pero si se trata de expectativas poco realistas, como que serás el jefe de planta o el supervisor principal en poco tiempo, si bien puede que no sea del todo imposible, es menos probable.
Cuando estos pensamientos se presentan con regularidad y realmente lo desarrollas como un anhelo, podrías experimentar indignación cuando no lo veas materializado.
Hasta ahora hemos definido a las expectativas como una aspiración que tenemos sobre nosotros mismos, pero también podemos ser afectados por las expectativas de terceros. Dejarnos influenciar por las creencias que otros tienen sobre nosotros mismos puede llegar a afectarnos.
Metafóricamente esto es algo que puede depositar un peso en nuestros hombros, sobre todo si es un anhelo contrario a nuestros propios deseos y desarrollamos un conflicto por no querer afectar a lo que otros esperan de nosotros mismos.
Esta situación se presenta mucho en relaciones de padres e hijos, y lejos de beneficiar puede derivar en consecuencias como afectaciones en la autoestima y en la motivación.
Las expectativas bien trabajadas pueden suponer un verdadero beneficio siempre que sean realistas. Sin embargo, usar nuestra energía en esperar algo que puede ser contrario a la realidad, lejos de ayudar puede derivar en emociones complicadas como la desilusión, la tristeza, la ira o a experimentar sentimientos como el fracaso.
Muchas personas piensan más en lo que van a obtener que en el proceso que tienen tras de sí. Es de vital importancia que mantengas tu enfoque un poco más dirigido hacia el presente, porque lo que hagas en él es lo que te va a permitir materializar tus anhelos.
Sé honesto/a con tus expectativas y verifica si realmente son afines con la realidad o si más bien forman parte de una ilusión irreal. Esto también te ayudará a ser más proactivo y a destinar tu tiempo en actividades que te dejarán un provecho real.
Está bien escuchar recomendaciones de terceros, lo que no está bien es manejar las decisiones solo tomando en cuenta la opinión de los demás.
Debes reconocer cuáles son los propósitos y anhelos que vienen de ti y cuáles no, de lo contrario podrías experimentar agobio al intentar abastecer lo que otros esperan.