La vida está llena de obstáculos. Desde un embotellamiento de tráfico hasta un trámite que se atasca en la administración pública, las piedras en el camino son algo de lo que difícilmente nos salvaremos.
No obstante, el verdadero problema no son los impedimentos externos, sino aquellos que nos creamos nosotros mismos.
Esa tendencia se denomina autosabotaje y es lo que en verdad nos impide materializar las metas que nos proponemos. Veamos qué es, por qué ocurre, qué consecuencias trae y cómo trabajar el autosabotaje.
El autosabotaje es una reacción que tiene lugar a nivel inconsciente cuando nos enfrentamos a una decisión crucial en nuestra vida. Por lo general, se manifiesta en los momentos finales de un proceso, los cuales representan un umbral que necesitamos atravesar para cambiar nuestra situación actual. Las maneras en las que el autosabotaje se manifiesta son las siguientes:
Cuando nos planteamos metas significativas, es factible que debamos abocarnos a ellas y dejar de lado actividades que nos proporcionan una gratificación inmediata, ya que estas nos retrasan el alcance de dichos objetivos.
Sin embargo, cuando incurrimos en el autosabotaje actuamos exactamente el contrario de lo que la lógica y la experiencia indican como un buen proceder, ya que nos entregamos a los placeres del momento y vamos postergando para más adelante las metas que realmente nos harán cambiar nuestra vida, puesto que requieren de toda nuestra energía y de ciertas renuncias.
Otra forma en la que el autosabotaje se abre camino es impidiéndonos concretar esos planes en los que tanto hemos trabajado. En consecuencia, avanzamos hasta casi lograrlos, pero nos quedamos en ese tramo de la recta final. Los ejemplos más representativos de dejar las cosas a medias es no rendir las últimas dos asignaturas de nuestra carrera universitaria o no dar el paso hacia la convivencia con nuestra pareja.
Nos impedimos a nosotros mismos crecer y desarrollarnos personal y profesionalmente, y nos justificamos a través de un entramado de excusas que ni nosotros mismos llegamos a creernos.
El perfeccionismo tiene dos caras: la verdadera necesidad de hacer las cosas de forma perfecta y el usarlo como excusa para nunca terminar de concretar nuestras metas. El primer paso para ponerle fin a este tipo de autosabotaje es hacer nuestra la sabia frase que nos recuerda que es mejor hecho que perfecto.
El autosabotaje se debe a diversos factores:
El miedo es uno de los más grandes saboteadores que podemos tener. Temerle al cambio y al fracaso son los factores más presentes en la postergación de nuestras metas. El miedo no es malo en sí mismo, ya que es una respuesta adaptativa para mantenernos alejados del peligro. No obstante, se vuelve un factor negativo cuando nos impide progresar en la vida.
Cuando no hemos podido desarrollar una autoestima saludable, llegamos al extremo de no creernos merecedores de esos objetivos que deseamos alcanzar. En consecuencia, abandonamos su persecución en el camino.
Se trata de sentir que no somos capaces de llevar adelante nuestros proyectos con éxito, lo cual nos arrebata la motivación y terminamos abandonando nuestros planes.
Cuando requerimos una gratificación instantánea, se desdibuja el empuje necesario para construir metas a largo plazo. Por lo tanto, agotamos nuestros recursos en placeres inmediatos pero efímeros.
El autosabotaje no ofrece ningún beneficio, sino que todo lo que de él deriva son consecuencias negativas. Él es el responsable de que no avancemos en la vida y, por ende, de la frustración que se genera a partir de ello.
Existe una serie de prácticas que podemos implementar para ponerle fin al autosabotaje que nos tiene anclados en una versión de nosotros mismos que dista mucho de ser la mejor:
Ya sea que tengas miedo, baja autoestima o inseguridad, no mires hacia otro lado. Ponle nombre a los factores que te están conduciendo al autosabotaje, ya que solo así podrás enfrentarlos y eliminarlos.
Si has perdido la motivación, es hora de que la transformes en una ilusión para así recuperarla. Piensa en cómo cambiará tu vida cuando logres tus metas. Esa visualización te dará ánimos para seguir adelante, sin importar los contratiempos que debas afrontar.
Cuando nuestras metas son muy a largo plazo, es normal que la motivación decaiga y que nos rindamos a la satisfacción inmediata. Una manera muy efectiva de solucionarlo es estableciendo pequeñas metas con sus respectivos premios a lo largo del camino.
Por ejemplo, puedes recompensarte con una escapada de fin de semana cada vez que apruebas un examen de tu carrera, como también puedes darte un gusto cada vez que logres ahorrar determinada cantidad de dinero para comprarte un vehículo o la casa de tus sueños.
Mira hacia tu interior y haz un recorrido por todos tus logros, ya que en ellos encontrarás razones de sobra para valorarte como te lo mereces.
El camino hacia las metas puede ser muy empinado y escarpado. Nadie dijo que era fácil. De modo que necesitarás estar preparado para perseverar con todas tus fuerzas.
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Los tropiezos, los retrasos y hasta los retrocesos, son parte de todo proceso de superación. Mentalízate para aprender una lección de cada fracaso. De esta forma, tu experiencia se irá transformando en sabiduría a lo largo del trayecto.
Cuando el autosabotaje se logra anquilosar en nuestra personalidad, es necesario recurrir a la ayuda profesional que solo un psicólogo te puede brindar. Deja de ponerle piedras en el camino a tu felicidad y comienza a vivir la vida que sueñas.